Cognición Afectiva

Danny Mauricio Lucas Marcos

Larissa Méndez

Michelle A. Soto  

Rebeca Garrido

Santiago Villaseñor

 

2021

Introducción

 Estudios de la afectividad, emociones y estado de ánimo suelen partir de una perspectiva neurocientífica, la cual se basa en la influencia de la actividad cerebral. Sin embargo, el ser humano está situado en un ambiente, mismo que se convierte en un contexto con el cual interactúa y se retroalimenta. A la vez, se debe recalcar la importancia de la información interna afectiva en el procesamiento de la información de sí mismo y de su entorno. Por ello,  la cognición corporizada (corporeizada) es una vía de la cual podemos partir hacia un paradigma que comprenda y abarque lo afectivo como parte de la cognición misma. 

Las emociones han jugado un papel muy importante en el procesamiento de información. Mediante la investigación sobre la relación que existe entre la información corporal (interoceptiva) y el afecto, se ha concluido que la cognición no puede ser entendida sin la afectividad. Toda la información sensorial que procesamos, tanto la que proviene del entorno como la del cuerpo, tiene un componente afectivo. El ser humano no habita sólo un mundo físico, sino que vive en un mundo simbólico que le significa siempre a través de lo que le es valioso y relevante. Por lo tanto, las emociones, los sentimientos y los estados de ánimo, le permiten experimentar ese mundo de manera subjetiva y darle una interpretación a la realidad.

SENTIMIENTO, EMOCIÓN Y ESTADO ANÍMICO

Para poder aproximarnos al estudio de la cognición afectiva es importante definir conceptos como sentimiento, emoción y estado anímico, con el propósito de estudiarlos adecuadamente. Aunque aún no hay un consenso sobre sus definiciones, aquí se tomarán las propuestas por Pace-Schott et.al (2019).

SENTIMIENTO

Hace referencia a las sensaciones que se perciben como emanados del interior del cuerpo que se originan de información aferente de receptores periféricos (interocepción).

EMOCIÓN

Es una respuesta programada que evolucionó para cumplir una función adaptativa favoreciendo ciertos comportamientos.

ESTADO ANÍMICO

Pertenece a sentimientos o respuestas emocionales que tienen valencia (positiva o negativa), ya que su persistencia puede evocar respuestas emocionales con una duración distinta a la de los dos anteriores.

Base biológica de las emociones

Lo primero que solemos pensar sobre la base biológica de los estados de ánimo es el cerebro. Efectivamente, los péptidos que actúan como neurotransmisores y neuromoduladores, así como las neuronas con las que interactúan constantemente, tienen un rol muy importante para modular nuestras emociones y los estados de ánimo. Por ejemplo, si se modifican los niveles óptimos de neurotransmisores, como es el caso de la serotonina y la dopamina, es muy probable que se experimente un estado de depresión. Sin embargo, las explicaciones a la neurobiología de las emociones no se reducen únicamente a su base física en el cerebro, sino también incluyen toda la actividad química que tiene lugar en diferentes partes del cuerpo (Colombetti, 2017).

Aunque parezca sorprendente, la mayoría de los péptidos que actúan como neurotransmisores no sólo se encuentran y se producen en el cerebro, también en otros órganos. Por ejemplo, más del 90% de la serotonina se produce en las células de la mucosa del intestino delgado (Shah et al, 2021). Por lo tanto, nuestro cerebro depende, en gran medida, de la correcta producción y liberación de serotonina por parte del intestino delgado. A la vez, nuestros estados de ánimo dependen del correcto suministro de glucosa, la cual es la principal fuente de energía de nuestro cerebro. Se ha observado que cuando los pacientes con diabetes tipo II entran a un estado de hiperglucemia aguda (altos niveles de glucosa en sangre) se sienten ansiosos, cansados, y experimentan una disminución en la sensación general de felicidad, así como experimentan cambios en distintos procesos cognitivos como la atención y la memoria de trabajo (Sommerfield et al., 2004). 

Nuestros estados de ánimo, los ciclos de sueño y vigilia, y el desempeño que tenemos en diversas tareas también son influenciados por el sistema endócrino (para una revisión ver Morssinkhof et al., 2020), mediante distintos péptidos como las hormonas que son liberadas por distintas glándulas a nuestro torrente sanguíneo. A la vez, el sistema inmune, es otro sistema que está estrechamente relacionado con nuestros estados de ánimo. Por ejemplo, cuando el sistema inmune produce ciertas proteínas proinflamatorias, conocidas como citocinas, pueden modificar la actividad neuronal y producir fluctuaciones en el estado de ánimo,  como estados de fatiga y depresión (Audet et al., 2014). Esto permite explicar por qué cuando nos enfermamos no solemos sentir tristes y desmotivados. Regular nuestro estado de ánimo cuando estamos enfermos tiene un componente protector, de tal forma que se evita que realicemos actividades de tal forma que se puedan dirigir recursos para combatir la enfermedad. A la vez, al estar expuestos a estresores sociales también se producen citoquinas, por lo que el estrés constante y la falta de apoyo social tienen una alta comorbilidad con los procesos inflamatorios y la depresión (Audet et al., 2014).

Microbiota intestinal

La microbiota intestinal (microorganismos en el intestino) participa en la regulación de funciones inmunológicas y metabólicas. Asimismo, mantiene una comunicación bidireccional con el cerebro a través del eje microbiota-intestino-cerebro. Sabiendo que el sistema nervioso puede ser afectado por estados metabólicos e inmunológicos, se ha observado que existe una correlación entre los cambios en la microbiota intestinal y el estado de ánimo, así como con algunos trastornos psiquiátricos, degenerativos y del comportamiento (Morais et al. 2021). Muchas preguntas sobre el tema continúan abiertas y es necesario comprender a mayor profundidad las aseveraciones que se hacen sobre interacciones entre sistemas complejos. Esto es, es necesario comprender si la co-ocurrencia de algunas enfermedades con los cambios en la microbiota son consecuencia de la misma enfermedad, o si las enfermedades son causadas por los cambios en la microbiota (Hooks et al., 2018).

Interocepción

El debate sobre las relaciones entre los procesos fisiológicos y emocionales ha estado presente al menos desde el siglo XIX (Pace-Schott et al. 2019). Este debate se centra, principalmente, en comprender si todas nuestras emociones son influenciadas por los estados internos sobre las necesidades fisiológicas o si las emociones son producto de estos estados internos. Aunque aún no se sabe la respuesta, sí hay un consenso respecto al importante rol de la interocepción en la experiencia emocional. 

La interocepción se puede definir como la capacidad sensorial homeostática generalizada (Craig, 2008). En otras palabras, la interocepción implica un constante monitoreo de la condición fisiológica del cuerpo para mantener un equilibrio óptimo de todos los órganos y sistemas del cuerpo. Es muy probable que todos hemos experimentado que cuando tenemos hambre o sed nuestro estado de ánimo cambia, por ejemplo, nos podemos poner de muy mal humor o ansiosos por buscar la manera de resolver esta necesidad. 

Según Craig (2008), sentimos emociones homeostáticas que impulsan o motivan nuestra conducta para cubrir las necesidades del organismo. Este tipo de motivación se conoce como motivaciones afectivas, las cuales van acompañadas de una valencia o sensación agradable-desagradable que determina la conducta apropiada para la regulación homeostática en apoyo de la vida. Por ejemplo, la sensación de frío es desagradable por lo que motiva una conducta que lleve a la termorregulación (buscar un suéter o un lugar más cálido). Si logramos disminuir la sensación de frío, la valencia experimentada cambia - "se siente bien". Además de la termorregulación, existen distintas motivaciones afectivas producto de las emociones homeostáticas, como  sentir hambre, sed, dolor, urgencia visceral, necesidad de oxigenación, o "hambre de aire", entre otras. 

La naturaleza situada de los estados Anímicos

Desde la perspectiva de la cognición afectiva, los estados de ánimo deben ser concebidos como corporizados y situados en el entorno. En otras palabras, los estados de ánimo no sólo dependen de los estados internos del organismo, también del tipo de la situación contextual particular y del tipo de interacción que se realiza con los objetos. Se propone que las bases de la afectividad no sólo pueden ser entendidas mediante procesos y estructuras cerebrales, por lo que es necesario incluir al cuerpo en interacción con el entorno (Colombetti, 2014; 2017). 

Colombetti (2017) plantea tres aspectos en los que los estados de ánimo están situados en el entorno: 

Emociones corporizadas y su naturaleza situada

En general, las teorías de cognición corporizada (corporeizada) indican que el procesamiento de información sobre, por ejemplo, rostros emocionales, música, sabores, aspectos morales y sociales, es influenciado o incluso depende de los recursos perceptuales, somatosensoriales y motores (Winkielman et al., 2015). Tomando esta hipótesis sobre el procesamiento de la información de forma corporizada (corporeizada), Winkielman (2015) estableció dos áreas principales en las cuales la cognición emocional puede ser dividida: procesamiento emocional de orden superior y las metáforas emocionales.

MEtáforas emocionales

Cuando las personas hacen una metáfora emocional, por ejemplo, relacionar la distancia física y el compromiso emocional de alguien con la temperatura (su manera de saludarme fue muy fría - cálida), implica hacer uso de sus capacidades para percibir la temperatura según la distancia física a la que se encuentran del objeto que emite calor.

Procesamiento emocional de orden superior

Elementos somatosensoriales y motores de la experiencia emocional, tales como la sensación corporal al hacer una sonrisa, juegan un rol muy importante en el procesamiento emocional de orden superior. En este sentido, se ha demostrado que las experiencias corporales pueden incrementar la capacidad de reconocer expresiones faciales con un componente emocional.

¿Cómo es que el afecto guía las respuestas conductuales?

Chen y Bargh (1999) realizaron un experimento para poner a prueba cómo la evaluación automática, la valencia positiva o negativa asignada, influencia la respuesta conductual hacia los estímulos. La hipótesis que se plantearon era que las acciones están vinculadas a la representación de valencia. Para esto, los participantes tenían que clasificar los estímulos como positivos o negativos (ej. palabras como amor y odio) ya sea empujando o jalando una palanca. Los participantes fueron asignados a una de dos condiciones experimentales, en donde la acción con la palanca para la clasificación de la valencia de los estímulos era congruente con la acción (amor - jalar la palanca, odio - empujar la palanca), o la acción para la clasificación era incongruente con la acción. Se observo que las respuestas de clasificación sobre la valencia de los estímulos fueron más rápidas, esto es, se facilitaron cuando la valencia emocional y la acción ejecutada eran congruentes. 

Esta investigación es sólo un ejemplo de muchos otros más, que permite comprender cómo las acciones están asociadas a un componente emocional. En otras palabras, la evaluación hacia un objeto como positivo o negativo se relaciona de manera automática con acciones de rechazo o acercamiento. Por lo tanto, existe una estrecha relación entre las emociones y las acciones que realizamos durante las interacciones con el entorno.

Cognición social, cultura y afectividad

Fuentes (2016) plantea que la cultura tiene un rol muy importante en la manera en que nuestras mentes y cuerpos son moldeados. La cultura es un ecosistema en el que navegamos, percibimos, y aprendemos ciertas creencias que facilitan nuestras acciones y pensamientos. Las interacciones sociales y culturales, así como las tradiciones, moldean y modifican la forma en que percibimos el mundo, nuestra conducta, así como nuestros rasgos físicos y genética. 

En este sentido, Fuentes (2019) sugiere que corporizamos las características específicas de un contexto cultural particular. Por ejemplo, los fonemas específicos de un idioma, los modos particulares de movimiento y comportamiento, los gestos apropiados, el tipo de ropa, los gustos por ciertos alimentos, los patrones de socialización, reglas y costumbres. 

MATERIAL COMPLEMENTARIO

ARTÍCULOS Y VIDEOS

Colombetti, G. & Roberts, T. (2014). Extending the extended mind: the case for extended affectivity. Philos Stud, 172:1243-1263. DOI 10.1007/s11098-014-0347-3

Duncan, S. & Barrett, L. (2007). Affect is a form of cognition: A neurobiological analysis. Cognition & emotion, 21(6), 1184–1211. https://doi.org/10.1080/02699930701437931

Ong. D, Zaki, J. & Goodman, N. (2015). Affective cognition: Exploring lay theories of emotion. Cognition, 143, 141-162. https://doi.org/10.1016/j.cognition.2015.06.010

REFERENCIAS

Audet, M., M. C., McQuaid, R. J., Merali, Z., & Anisman, H. (2014). Cytokine variations and mood disorders: influence of social stressors and social support. Frontiers in Neuroscience, 8 (416), 1-12. DOI: 10.3389/fnins.2014.00416

Chen, M., & Bargh, J. A. (1999). Consequences of automatic evaluation: Immediate behavioral predispositions to approach or avoid the stimulus. Personality and social psychology bulletin, 25(2), 215-224. https://doi.org/10.1177/0146167299025002007 

Colombetti, G. (2014). The feeling body: Affective science meets the enactive mind. MIT press. https://doi.org/10.7551/mitpress/9780262019958.001.0001

Colombetti, G. (2017). The Embodied and Situated Nature of Moods. Philosophia, 45, 1437-1451. DOI 10.1007/s11406-017-9817-0.

Craig, A. D. (2008). Interoception and emotion: a neuroanatomical perspective. Handbook of emotions, 3(602), 272-88.

Fuentes, A. (2019). Why We Believe: Evolution and the Human Way of Being. Yale University Press. https://yalebooks.yale.edu/book/9780300243994/why-we-believe

Gershon, M. D. (2013). 5-Hydroxytryptamine (serotonin) in the gastrointestinal tract. Current opinion in endocrinology, diabetes, and obesity, 20(1), 14. DOI: 10.1097/MED.0b013e32835bc703

Hooks, K. B., Konsman, J. P., & O'Malley, M. A. (2019). Microbiota-gut-brain research: a critical analysis. Behavioral and Brain Sciences, 42.  DOI: 10.1017/S0140525X18002133

Morais, L. H., Schreiber, H. L. y Mazmanian, S. K. (2021). The gut microbiota-brain axis in behaviour and brain disorders. Nature reviews. Microbiology, 19(4), 241–255. https://doi.org/10.1038/s41579-020-00460-0

Morssinkhof, M. W. L., van Wylick, D. W., Priester-Vink, S., van der Werf, Y. D., den Heijer, M., van den Heuvel, O. A., & Broekman, B. F. P. (2020). Associations between sex hormones, sleep problems and depression: A systematic review. Neuroscience & Biobehavioral Reviews. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2020.08.006 

Pace-Schott, E. F., Amole, M. C., Aue, T., Balconi, M., Bylsma, L. M., Critchley, H., ... & VanElzakker, M. B. (2019). Physiological feelings. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 103, 267-304. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2019.05.002

Shah, P. A., Park, C. J., Shaughnessy, M. P., & Cowles, R. A. (2021). Serotonin as a Mitogen in the Gastrointestinal Tract: Revisiting a Familiar Molecule in a New Role. Cellular and molecular gastroenterology and hepatology, S2352-345X(21)00097-7 https://doi.org/10.1016/j.jcmgh.2021.05.008 

Sommerfield, A. J., Deary, I. J., & Frier, B. M. (2004). Acute hyperglycemia alters mood state and impairs cognitive performance in people with type 2 diabetes. Diabetes care, 27(10), 2335-2340. DOI: 10.2337/diacare.27.10.2335

Winkielman, P., Niedenthal, P., Wielgosz, J., et al. (2015). Embodiment of cognition and emotion. APA handbook of personality and social psychology, Vol. 1. Attitudes and social cognition (pp. 151–175). American Psychological Association. https://doi.org/10.1037/14341004