Cognición Corporizada

Noé Bravo

Aylin Feria

Rebeca Suarez

Claudia Sandoval


2021

El origen y uso cronológico de la palabra ‘cognición’ data desde mediados del año 1500 y su definición etimológica proviene de cognicioun, que se entiende como la “capacidad de comprender, acto mental o proceso de conocer”, del Latín cognoscere “llegar a conocer, reconocer”. En 1700 este significado se extendió para incluir a la percepción y la sensación. Finalmente, a partir de 1940 el adverbio ‘cognitivo’ se entiende como “perteneciente a la cognición” (adaptado de Online Ethymology Dictionary). 

Introducción

La cognición corporizada (corporeizada) surge como una crítica a las ciencias cognitivas tradicionales las cuales defienden una visión cerebro-centrista y representacionalista de la cognición cuyo procesamiento se entiende similar al de una computadora (Kiverstein, 2012; Gatetzka, 2017). Desde este punto de vista, los agentes cognitivos reciben información del medio ambiente, procesan la información amodalmente y el sistema motor permite la salida conductual. En contraste, la cognición corporizada (corporeizada) enfatiza el rol de lo sensorial y lo motor como parte fundamental de la cognición misma, no hay una separación radical entre la cognición, el cuerpo del agente y el ambiente, por lo que el cuerpo también es capaz de modular, limitar y construir la actividad mental (Foglia y Wilson, 2013). 

Figura 1. Elementos que dan origen a la cognición: cerebro, cuerpo, y entorno

La cognición corporizada (corporeizada) considera que la cognición humana posee raíces profundas en el procesamiento sensoriomotor, en la manera en que nuestros cuerpos, en interacción con el entorno, generan significado, pensamientos y sentimientos (Johnson, 2014). Por lo tanto, se resalta el rol integral del cuerpo, en constante interacción con el entorno (Figura 1) en el control y la regulación de lo cognitivo (Foglia y Wilson, 2013). 

El libro The Embodied Mind (Varela et al., 1991) se suele reconocer como un símbolo del origen del movimiento de la cognición corporizada (corporeizada), en donde se planteó que la cognición emerge y se auto-organiza como consecuencia de las interacciones corporizadas entre el agente y su entorno. Desde esta perspectiva, los procesos cognitivos no sólo ocurren en el cerebro, sino que están distribuidos en el acoplamiento dinámico entre el cerebro, el cuerpo y el entorno (Flor y Hutchins, 1991; Noë, 2009).

ORÍGENES

Para que la teoría de la cognición corporizada (corporeizada) se concibiera como tal, debió obtener la aportación de distintas corrientes de pensamiento que marcaron precedentes y promovieron ideas que iban en contra de los dogmas establecidos. La inteligencia artificial y la filosofía perteneciente a esta área tuvieron una fuerte influencia (ver la sección de la contribución de la inteligencia artificial en 'Metáfora de la mente'). Por ejemplo, el famoso experimento mental del cuarto chino de Jonh Searle (1980) sentó un precedente importante y una fuerte llamada de atención de la comunidad en las Ciencias Cognitivas señalando que el problema no sólo se trataba de la manipulación de símbolos - sintaxis, sino de semántica - la adquisición de significado. La simple manipulación de símbolos no contiene significado, para que los símbolos adquieran significado es necesario que los agentes tengan experiencias directas en interacción con el mundo de manera corporizada (corporeizada), situada y cimentada (Harnard, 2001). 

La psicología ecológica de J. J. Gibson (1979), el conexionismo, y la fenomenología (Shapiro, 2019), fueron parte importante del surgimiento de la CC la cual rechaza la idea de que la cognición es abstracta, aislada y ubicada exclusivamente en el cerebro (visión cerebrocentrista). Sin duda, el reto de comprender lo que percibe, siente y piensa un murciélago, un ratón, un humano o cualquier organismo vivo impone un fuerte problema si sólo se refiere al cerebro al hablar de cognición. En primera, ¿qué se requiere para tener cognición?, ¿dónde está la cognición?, después, ¿cuál es su extensión o límite?, y finalmente ¿la cognición nos pasa a nosotros, pasa en nosotros, o la hacemos nosotros?

Psicología Ecológica 

Las teorías de la cognición corporizada (corporeizada) sugieren un nuevo marco teórico en el que el cerebro no es el único recurso del cual se dispone para la resolución de problemas, sino que el cuerpo y sus acciones en el mundo guiadas por la percepción, realizan gran parte del trabajo que permite a los agentes cumplir con sus metas (Foglia y Wilson,2013). Por ejemplo, desde la visión enactivista de la cognición, percibir es una manera de actuar y el contenido de lo que se percibe se debe a las capacidades corporales (Noë, 2004). Esta postura tiene sus orígenes, entre otras, en la teoría ecológica de la visión, la cual es considerada como una crítica al movimiento dominante de las teorías computacionales de la mente. 

La psicología ecológica rechazó la idea de que los estímulos ambientales eran pobres en información, como ya lo había planteado Chomsky (1980) y que los sistemas sensoriales se limitaban al órgano sensorial y al cerebro. Más bien, los sistemas sensoriales implican a todo el organismo y su actividad en su entorno (Shapiro, 2019). El crucial trabajo de Gibson (1979) proporcionó una mirada nueva sobre la percepción al proponer que es directa y no-computacional, de tal forma que percibimos posibilidades de acción - affordances. Es decir, la percepción: a) es directa, no se encuentra mediada por representaciones, b) es para guiar la conducta, la información necesaria está disponible en el entorno, c) es para percibir posibilidades de acción (Chemero, 2011). Por lo tanto, toda capacidad perceptual está cimentada en las posibilidades de acción que el percepto proporciona. 

Los principales postulados de la psicología ecológica son: a) la continuidad de la percepción y la acción, esto es, el sistema organismo-entorno como unidad de análisis, b) el estudio de las posibilidades de acción (affordances) como objetos de percepción, combinado con un énfasis en el aprendizaje y el desarrollo perceptivo (Lobo, 2018; Michaels y Palatinus, 2014). A través de estas líneas de investigación, nos podemos dar cuenta la fuerte crítica al cognitivismo y su aportación a lo que se constituirá como la cognición corporizada (corporeizada)

Conexionismo

El Conexionismo por su parte, fue una alternativa a la computación simbólica de la ciencia cognitiva tradicional, pues este paradigma se aleja de la simple manipulación de símbolos y reglas internas, y se basa en conexiones y nodos que se excitan e inhiben para producir patrones que establecen rutas de información (Garson, 1997). Para el conexionismo, la cognición es entendida como una red neuronal, de tal forma que los procesos cognitivos emergen de los patrones de la actividad de la red neuronal (Thompson, 2010). Un buen ejemplo de la visión conexionista de la mente podría ser el modelo de Procesamiento Distribuido en Paralelo (PDP), que incorpora también detalles de la anatomía y fisiología neuronal para establecer una forma de cómputo particular que sea diferente al cognitivismo tradicional (Stinson, 2018). A pesar de que el conexionismo intentó alejarse del concepto de representaciones mentales, como formas de manipulación de símbolos, no hizo énfasis en la importancia del acoplamiento sensorial y motor de los organismos durante las interacciones con el entorno (Thompson, 2010). 

Fenomenología

La Fenomenología también tuvo una fuerte influencia en el origen de la cognición corporizada (corporeizada), al tener como objeto de estudio a la experiencia subjetiva del mundo y del propio cuerpo. Las ideas de Edmund Husserl, Martin Heidegger, y particularmente de Maurice Merleu-Ponty, establecieron las bases sobre la importancia de tener un cuerpo para la experiencia subjetiva, entendiéndolo como la condición permanente de la existencia misma. 

Por otra parte, los análisis fenomenológicos del movimiento y de la acción se pueden dilucidar en el llamado sentido de ipseidad o noción de mismidad, el cual involucra dos subcomponentes: el sentido de propiedad y el sentido de agencia (Shapiro, 2014). El primero, se refiere al sentido de que el cuerpo que habitamos es nuestro, mientras que el segundo, al sentido de ser, y de no ser, el autor de una acción y de las consecuencias sensoriales producto de la misma. 

¿Qué significa corporizado?

Podemos empezar este análisis separando dos consideraciones acerca de la cognición como corporizada (corporeizada), la noción débil y la noción fuerte. La noción débil, es aquella que dice que el cuerpo, algunos procesos extracraneales, e incluso extracorporales, influyen en cierta medida en la cognición, pero mantienen la idea de que el cerebro tiene un rol central. La noción fuerte defiende que el cuerpo es constitutivo de la cognición, dando lugar a los procesos extracraneales y extracorporales tácitamente. Por lo tanto, esta visión presupone una estrecha interacción entre el cerebro, el cuerpo y el ambiente como parte de un todo llamado cognición, esto implica que los procesos cognitivos son dependientes del acoplamiento ambiente-cuerpo-cerebro. En general, estas dos posturas exponen diferencias epistemológicas de la cognición, de tal forma que ésta “depende causalmente de” o “es constituida por” (respectivamente) las propiedades y el funcionamiento del cuerpo (Newen et al., 2018).

Figura 2. Constitución vs dependencia causal.

Kiverstein (2012) por su parte propone que lo corporizado se puede entender bajo tres aproximaciones, el conservadurismo, el funcionalismo, y el enactivismo. Por un lado, el conservadurismo, el cual apela a que la única contribución del cuerpo es dotar de información sensorial al cerebro y ejecutar sus comandos motores. Este modelo, conocido comúnmente como de “sandwich”, posiciona a la cognición entre la percepción y la acción, el cual ha sido criticado por la compartimentalización y jerarquización de dichos elementos (Hurley, 2001). 

Por otro lado, el funcionalismo plantea que el cuerpo lleva a cabo partes del procesamiento cognitivo. Con respecto a esta postura, Clark (2008) propone tres formas en las que lo corporizado se emplea para la cognición. La primera, es que por simple morfología y biomecánica los agentes pueden responder adaptativamente a problemas que se les presenten. Por ejemplo, se han implementado configuraciones mecánicas que pueden generar un caminar estable sin la entrada de otro tipo de impulso más que la gravedad (McGeer, 1990). La segunda, es que el cuerpo puede crear o suscitar entradas sensoriales que resuelvan una demanda cognitiva. Un ejemplo de esto es cómo aprendemos del mundo a través de los efectos y consecuencias de nuestras propias acciones. Este esquema ha sido aplicado en la robótica del desarrollo con robots humanoides y está resultando ser un campo prometedor (Fitzpatrick et al., 2003). La tercera y última forma en la que las capacidades cognitivas se apoyan en el cuerpo es que éste funciona como un medio para incorporar otras herramientas o tecnologías en la cognición (perspectiva a la cual Clark bautizó como cognición extendida).  

Finalmente, la corporización puede entenderse como un medio para darle significado al mundo. A esta apreciación Kiverstein (2012) la denomina enactivismo del cuerpo. Dreyfus (2006) retoma una aproximación fenomenológica en la cual apunta que los agentes corporizados toman las entradas sensoriales del mundo y las organizan en términos de sus necesidades, intereses y capacidades corporales. En este sentido, el cuerpo es una fuente de significado al delimitar las formas de interacción con el mundo y la experiencia subjetiva de esto. 

Las 4 E´s

Con el impulso de la CC como una visión anticomputacionalista, no cerebrocentrista y más bien a favor del acoplamiento cerebro-cuerpo-entorno, han surgido diversas teorías dentro de la CC, las cuales se conocen como el movimiento de las 4EA (por sus siglas en inglés Embodied, Embedded, Enactive, Extended, and Affective). El movimiento de las 4EA enfatiza que la cognición es encarnada (corporizada/corporeizada), embebida, enactiva, extendida, y afectiva (Kiverstein, 2012). La cognición está constituida por los procesos corporales (ej. Chemero, 2011; Rowlands, 2010), está embebida en el entorno, en las propiedades físicas del mundo (ej. Barsalou, 2009; Robbins y Aydede, 2009), es enactiva en el acoplamiento dinámico agente-entorno (ej. Noë, 2004; Varela et al., 1991; Ward et al., 2017), se extiende al entorno (ej. Clark y Chalmers, 1998), y siempre tiene un componente afectivo, valorativo y significativo para el agente (ej. Colombetti, 2014).

Figura 3. Los tres elementos de la cognición (imagen adaptada de Pezzulo et al., 2013)

Algunas de las propuestas dentro de la cognición corporizada (corporeizada) defienden la idea de que la cognición también debe ser entendida como embebida (cimentada) y situada. La cognición está basada en la morfología y los sistemas sensoriales especializados de los agentes, es modelada por las propiedades físicas del mundo y está situada en un contexto. En este sentido, Pezzulo et al. (2013) han sugerido que estos tres elementos (corporizada, cimentada, y situada) pueden ser entendidos como una cascada que tiene efectos aditivos en la cognición (Figura 3). Por lo tanto, la cognición no pueden entenderse, está incompleta, si no se considera la ubicación espacial del que cognoce. La incorporación de la relevancia del contexto para el agente que percibe dio pauta a lo que se conoce como semántica situacional (situation semantics), en donde se plantea que la información, y su respectivo significado, sólo existen en situaciones (Barwise and Perry, 1981,1983). Por lo tanto, los procesos cognitivos dependen de la situación en la que se encuentra el cuerpo de un agente. Estas ideas sobre la cognición situada le añaden el componente semántico a la psicología ecológica de Gibson.

Las teorías de la cognición cimentada parten de la premisa de que la cognición depende de las características físicas del entorno, así como la adquisición de conocimiento tiene sus cimientos en las interacciones corporizadas con el entorno (Pezzulo et al., 2013). Desde esta perspectiva, los conceptos no son representaciones abstractas de categorías, sino habilidades que le permiten a los agentes adaptarse a las necesidades actuales de la acción situada en un contexto específico (Barsalou, 2003). A la vez, desde la cognición situada se han explicado los estados afectivos. Desde esta perspectiva, las interacciones con el entorno, los eventos y situaciones, junto con los procesos cerebrales y corporales (homeostáticos) constituyen a los estados afectivos. En este sentido, los agentes biológicos regulan sus estados de ánimo mediante la manipulación y la modificación activa de sus nichos afectivos (Colombetti, 2017).  

La cognición es corporizada (corporeizada), situada en un contexto particular y cimentada en las propiedades físicas del entorno.  

Conclusiones

Como hemos visto a lo largo de este texto, la cognición corporizada (corporeizada) se ha formado de ideas y pensamientos que desafiaron el entendimiento tradicionalista de la cognición. Por lo tanto, desde esta perspectiva se entiende a los organismos como agentes corporizado, por lo que la cognición es el producto del acoplamiento cerebro-cuerpo-ambiente. La ideas dentro de la cognición corporizada (corporeizada) han influenciado a distintos campos de investigación donde se busca manifestar esta concepción en distintas dimensiones desde filosóficas, hasta el modelado de procesos cognitivos en agentes artificiales corporizados. De hecho, su impacto ha sido tan fuerte que dio pauta al surgimiento de las Ciencias Cognitivas Corporizadas

La evidencia empírica de las distintas teorías dentro del marco teórico de la cognición corporizada (corporeizada) ha sido aplicada en diversos campos, como por ejemplo, educativos, laborales, artísticos y otros muchos más. Así mismo, ha promovido la generación de preguntas que enriquecen en estudio de la cognición. Por ejemplo, al concebir el funcionamiento y el desarrollo normotípico como corporizado, ¿qué nos dice esta ideología de las distintas patologías existentes? A la vez, ¿se puede o no prescindir de las representaciones mentales en su explicación? ¿Cómo es que las señales corporales como las interoceptivas y propioceptivas forman parte de la cognición? Estas preguntas y muchas otras más permanecen abiertas, por lo que las ideas dentro del marco teórico de la cognición corporizada (corporeizada) aún tienen mucho que aportar al entendimiento de la cognición.  

Por otra parte, aunque parte de la virtud de la cognición corporizada (corporeizada) es tener distintos enfoques y propuestas, esta diversidad a veces se lleva al límite y crea caminos tan dispersos que puede perderse cuál es la relación directa entre los enfoques. Así pues, es relevante preguntar si ¿la misma posibilidad de definir los mismos conceptos desde distintas perspectivas y la divergencia de enfoques, es realmente una limitante para la cognición corporizada (corporeizada)? La diversidad de enfoques surge, principalmente, de las distintas posturas sobre las representaciones mentales dentro de la cognición corporizada (corporeizada). Algunas propuestas aún defienden la importancia de las representaciones mentales para explicar la cognición que ocurre de manera desacoplada del entorno (cognición fuera de línea), como por ejemplo, la cognición extendida y embebida. Por el contrario, existen posturas que rechazan por completo la idea de las representaciones mentales, tales como la cognición enactiva. Sin embargo, rechazar por completo a las representaciones mentales ha traído otro tipo de problemas. Cuando se asume una visión fuerte de la cognición defendiendo el rol constitutivos del cuerpo, se puede llegar a perder la distinción entre los conceptos de conducta y cognición. Como señala Aizawa (2014), diferentes investigadores dentro de la cognición corporizada (corporeizada), no han esclarecido este problema y dan a entender que de hecho, la cognición es sinónimo conducta.  Por lo tanto, se debe tener mayor cuidado en hacer una clara distinción entre estos conceptos para realmente comprender cómo la cognición podría ser explicada sin tener la necesidad de acudir a las representaciones mentales. 

Por último ¿son los sesgos corporales suficientes para hacer tambalear las ideas que tenemos de conducta y cognición? En nuestra opinión, sí lo son. La evidencia y los múltiples análisis que aquí se expusieron han llevado a las Ciencias Cognitivas Corporizadas a abrirse espacio entre las explicaciones tradicionalistas, reconociendo el peso que tiene incluir el cuerpo y al entorno en la ecuación para explicar la conducta y cognición. Por lo tanto, se ha logrado ir más allá de entender al cerebro como un simple medio de recepción de estímulos y procesamiento de información, y a la conducta como una simple manifestación del producto final del procesamiento de la información. Recientemente, las ideas de la cognición corporizada (corporeizada) han dado pauta a estudiar la cognición en organismos que, por dar un ejemplo, no tienen un sistema nervioso central, con el objetivo de buscar los elementos y los mecanismos basales que pertenezcan a lo cognitivo que sean compartidos por todos los seres vivos (para una revisión sobre el tema ver Lyon et al., 2021).

material complementario 

Este documental explica de manera muy ilustrativa la tradicional metáfora de la computadora para explicar nuestra mente y su diferencia con la cognición corporizada (corporeizada), los beneficios y alcances de entender nuestra mente como sujeta a un cuerpo y no solamente a un cerebro. Se explica cómo se intentan abordar preguntas sobre la mente, la percepción, la creación de significados, la toma de decisiones, etc., rompiendo con la metáfora de la mente como computadora y desde una perspectiva multidisciplinaria. 


Karl Friston comparte una descripción general de la cognición corporizada (corporeizada), las ideas principales de esta perspectiva sobre la importancia del cuerpo, la acción y el ambiente, las diferentes E´s y tópicos como inferencia activa, visión activa y sensación activa. 


Andy Clark y Barbara Webb introducen temas apasionantes sobre la cognición corporizada (corporeizada) como la robótica, el modelamiento de agentes físicos, la reflexión sobre el papel del mundo en el comportamiento e incluso el comportamiento de las hormigas. 

Lecturas complementarias:

referencias

Aizawa, K.  (2014): What is this cognition that is supposed to be embodied?, Philosophical Psychology, DOI: 10.1080/09515089.2013.875280

Barsalou, L. W. (2003). Situated simulation in the human conceptual system. Lang. Cogn. Process. 18, 513–562. doi: 10.1080/01690960344000026


Borghi, A. (2020). A Future of Words: Language and the Challenge of Abstract Concepts. Journal of Cognition, 3(1), 42, 1-18. DOI: https://doi.org/10.5334/joc.134


Borghi, A., & Riggio, L. (2015). Stable and variable affordances are both automatic and flexible. Frontiers in Human Neuroscience, 9(351), 1-16. https://doi.org/10.3389/fnhum.2015.00351


Chemero, A. (2011). Radical embodied cognitive science. Cambridge, MA: MIT Press. https://doi.org/10.7551/mitpress/8367.001.0001


Chomsky, N. (1980). Rules and representations. Behavioral and Brain Sciences, 3(1), 1-15. doi:10.1017/S0140525X00001515


Colombetti, G. (2014). The feeling body: Affective science meets the enactive mind. MIT press. https://doi.org/10.7551/mitpress/9780262019958.001.0001


Foglia, L., & Wilson, R. A. (2013). Embodied cognition. Wiley Interdisciplinary Reviews: Cognitive Science, 4(3), 319-325. https://doi.org/10.1002/wcs.1226 


P. Fitzpatrick, G. Metta, L. Natale, S. Rao and G. Sandini, "Learning about objects through action - initial steps towards artificial cognition," 2003 IEEE International Conference on Robotics and Automation (Cat. No.03CH37422), 2003, pp. 3140-3145 vol.3, doi: 10.1109/ROBOT.2003.1242073.


Garson, J. (1997). Connectionism. https://plato.stanford.edu/entries/connectionism/


Galetzka, C. (2017). The story so far: How embodied cognition advances our understanding of meaning-making. Frontiers in psychology, 8, 1315. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2017.01315


Gibson, J.J. (2014). The Ecological Approach to Visual Perception: Classic Edition (1st ed.). Psychology Press. https://doi.org/10.4324/9781315740218


Gibson, J. J. (1979). The theory of affordances. The ecological approach to visual perception. Boston, MA: Houghton Mifflin.


Harnad, S. (2001). What's wrong and right about Searle's Chinese Room argument?. In Essays on Searle's Chinese room argument. Oxford University Press. http://cogprints.org/1622/1/harnad00.searle.html


Hurley, S. (2001). Perception And Action: Alternative Views. Synthese 129,3--40. https://doi.org/10.1023/A:1012643006930


Johnson, M. (2015). Embodied understanding. Frontiers in psychology, 6, 875.


Kiverstein, J. (2012). The meaning of embodiment. Topics in cognitive science, 4(4), 740-758. https://doi.org/10.1111/j.1756-8765.2012.01219.x


Lyon P, Keijzer F, Arendt D, Levin M. 2021 Reframing cognition: getting down to biological basics. Philosophical Transactions. R. Soc. B 376: 20190750. https://doi.org/10.1098/rstb.2019.0750


Lobo, L., Heras-Escribano, M., & Travieso, D. (2018). The history and philosophy of ecological psychology. Frontiers in Psychology, 9, 2228.  https://doi.org/10.3389/fpsyg.2018.02228


McGeer, T. (1990). Caminata dinámica pasiva. The International Journal of Robotics Research , 9 (2), 62–82. https://doi.org/10.1177/02783649900090020

 

Michaels, C. F., & Palatinus, Z. (2014). A ten commandments for ecological psychology. The Routledge handbook of embodied cognition, 19-28. https://www.researchgate.net/profile/Zsolt-Palatinus/publication/308740195_A_Ten_Commandments_for_Ecological_Psychology/links/5adef424a6fdcc29358d9e8a/A-Ten-Commandments-for-Ecological-Psychology.pdf


Noë, A. (2004). Action in perception. Cambridge, MA: MIT Press.


Newen, A., De Bruin, L., & Gallagher, S. (Eds.). (2018). Chapter 1. 4E Cognition: Historical Roots, Key Concepts, and Central Issues. The Oxford handbook of 4E cognition. Oxford University Press. http://cspeech.ucd.ie/Fred/docs/newen2018.pdf


Pezzulo, G., Barsalou, L. W., Cangelosi, A., Fischer, M. H., McRae, K., & Spivey, M. (2013). Computational grounded cognition: a new alliance between grounded cognition and computational modeling. Frontiers in psychology, 3, 612. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2012.00612


Robbins, P., & Aydede, M. (2009). The Cambridge Handbook of Situated Cognition. Cambridge: Cambridge University Press.


Rowlands, M. (2010). The new science of the mind. Cambridge, MA: MIT Press. https://doi.org/10.7551/mitpress/9780262014557.001.0001


Searle, J. (1999). The Chinese Room https://rintintin.colorado.edu/~vancecd/phil201/Searle.pdf


Shapiro, L. (2010). Embodied Cognition (2nd ed.). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781315180380


Stinson, C. (2018). Explanation and connectionist models. In The Routledge handbook of the computational mind (pp. 120-133). Routledge. https://doi.org/10.4324/9781315643670 


Thompson, E. (2010). Mind in life: Biology, phenomenology, and the sciences of mind. Harvard University Press.


Varela, F., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The embodied mind. Cambridge, MA: MIT Press. https://doi.org/10.7551/mitpress/6730.001.0001


Ward, D., Silverman, D., & Villalobos, M. (2017). Introduction: The varieties of enactivism. Topoi, 36(3), 365-375. https://doi.org/10.1007/s11245-017-9484-6