La recursividad y el origen del "yo cuerpo" en la Evolución.

Por Fonseca Mejía Tanny.

Facultad de psicología, UNAM.

Diciembre 2022.

Introducción.

La cognición basal permite un nuevo acercamiento al estudio y a la comprensión de la cognición y de diversos procesos y fenómenos que se relacionan con ella. En este ensayo, se analiza el artículo de Jékely G, Godfrey-Smith P, & Keijzer F. (2021). Reafference and the origin of the self in early nervous system evolution. Philosophical Transactions B 376: 20190764, con el objetivo de ahondar en los planteamientos de la cognición basal considerando la relación que existe entre un proceso cognitivo y la delimitación del “Yo”. 

En el trabajo que Jékely, Fodfrey y Keijzer (2021) se propone realizar un esfuerzo por cambiar el paradigma clásico sobre el flujo de información sensorial para incluir la recursividad (o autorreferencia). Tradicionalmente, se considera el flujo de la información sensorial desde la activación de los sensores hacia el sistema nervioso central para después activar los efectores y ejecutar una acción. Sin embargo, en el artículo de Jékeley et al. (2021) se propone que la mayoría de la información necesaria para efectuar una acción es producto de los cambios sensoriales generados por el organismo. En otras palabras, la mayoría de la información que activa los receptores sensoriales ocurre como consecuencia de las propias acciones de los organismos.



Esta recursividad puede ser entendida como la información sensorial de las consecuencias de las acciones del propio individuo que es necesaria para efectuar la siguiente acción. A su vez, la acción que se realice generará nuevos cambios sensoriales que guiarán la siguiente acción de manera recursiva. Este proceso, en parte, permite la diferenciación del “yo-cuerpo” respecto del ambiente. Esto implica que los organismos son capaces de diferenciar la información sensorial generada como consecuencia de sus acciones que de aquella que proviene del entorno (que se percibe sin ser los autores de la activación de los receptores sensoriales). Los autores reconocen dos categorías generales de recursividad, es decir, dos formas de detección sensorial: Translocación y deformación, que se detallarán más adelante. 

En el artículo de Jékeley et al. (2021) se sugiere que este proceso recursivo ha sido clave para la evolución, la complejización y el aumento de la eficiencia de sistemas detectores que permiten la coordinación a nivel celular de organismos multicelulares y su delimitación del entorno, creando estructuras corporales especializadas. Aunque los autores defienden la idea de que la autorreferencia es omnipresente (está presente en todos los organismos biológicos), enfocan sus argumentos en aquellos agentes biológicos en los cuales se han identificado estructuras especializadas para la recursividad o la autorreferencia. Por ejemplo: cilios sensoriales en las esponjas de mar o un sistema nervioso complejo que permite una descarga corolaria como una vía sofisticada mediante la cual los animales predicen las consecuencias sensoriales de sus propias acciones y monitorean las consecuencias sensoriales actuales de éstas.



La recursividad como punto central de la percepción del yo-cuerpo.


La idea convencional sobre la detección, percepción y procesamiento de información sensorial y la acción posteriormente efectuada, da la impresión de que son las señales externas las que producen una respuesta conductual. Autores actuales, como el filósofo Andy Clark (2015) ponen en relevancia la dinámica predictiva del control motor. Es decir, consideran que los organismos tienen una funcionalidad cognitiva basal que permite predecir los cambios o las consecuencias que sus propias acciones tendrán sobre las condiciones censadas. Estas consecuencias sensoriales predichas sirven como información perceptual relevante que, combinada con lo sensado, permite efectuar una siguiente acción, la cual, a su vez, dará nueva información (y así recursivamente). Esta misma premisa es la que se señala en el artículo de Jékely et al. (2021) al mencionar que el principio general de la recursividad es que una acción autoiniciada provoca efectos sensoriales asociados a dicha acción, por lo que pueden predecirse y (re)utilizarse. Es decir, el comportamiento modifica la entrada perceptiva y así el cuerpo mismo es productor de información perceptual aferente. Brembs (2008), menciona que la posibilidad de detectar qué parte de lo sensado está controlado por las propias acciones, permite distinguir entre el yo y el no-yo, lo cual es llamado “principio de referencia”. Es decir, comparamos la información eferente (producto del comportamiento) con la información aferente (entrada sensorial) para detectar cuando los cambios en las entradas sensoriales es causado por nosotros mismos.



Algunos autores como Karl Friston (2010), señalan que el papel de la acción sobre la percepción es hacerla lo más predecible posible, esto es, que los cambios en las entradas sensoriales sean predecibles. En este sentido, Friston (2010) propone el Principio de Energía Libre el cual sugiere que un sistema biológico autoorganizado siempre busca estar en sus estados sensoriales esperados para mantenerse en equilibrio, de tal forma que es necesario minimizar la energía libre (entropía o estados de sorpresa) para mantener la organización que conforma al sistema biológico. Así mismo, explica que la energía libre se puede entender como la información novedosa o error predictivo, ya que el error predictivo es la diferencia entre las predicciones sobre las futuras entradas sensoriales y las sensaciones que se perciben. Minimizar la energía libre corresponde entonces a explicar o minimizar los errores de predicción. En este sentido, la recursividad permite una retroalimentación sobre las consecuencias predecibles de las acciones autoiniciadas, con lo que los organismos pueden modificar la acción de ser necesario. El movimiento (ya sea por desplazamiento o deformación) brinda información recursiva y permite obtener nuevos estímulos del entorno y aprender constantemente las consecuencias de las propias acciones. 



Jékely et al. (2021) identifican deos formas de recursividad:

Fig. 2. Recursividad por traslocación. Movimiento en relación al medio (ej. campo visual)

Fig. 3. Recursividad pro deformación. Movimiento relacionado con cambios en el cuerpo (ej. huso neuromuscular)

En ambos casos, la recursividad viene ligada a una estructura física, un cuerpo. Los autores presentan el concepto del yo-cuerpo, con el que pretenden enunciar un “yo” básico, en contraposición a lo externo, el cual se basa en la organización del organismo. Esta organización incluye la motilidad (parcial o total) y la sensación, las cuales, ambas unidas por la recursividad. En otras palabras, el yo-cuerpo es identificado como las estructuras y sus funciones que permiten el procesamiento recursivo entre las acciones autoiniciadas y las sensaciones. Es decir, el yo-cuerpo incluye tanto efectores como detectores y su acoplamiento recursivo. 

Desde esta perspectiva, junto con las ideas de otros autores que plantean teorías alternativas sobre la cognición (cognición corporizada, cognición cimentada y situada, cognición extendida), podemos identificar la tendencia actual que rechaza que la cognición sólo ocurre en el cerebro. Ahora se defiende que, si un organismo tiene un sistema nervioso central, es sólo una parte de este “yo” dado que se encuentra también en el cuerpo y en el ambiente en el que habita ese cuerpo. Por ejemplo, la cognición corporizada (corporeizada) incluye al cuerpo como parte de la estructura de la cognición, tanto en su génesis como en su funcionamiento (Emiro, 2018). Por su parte, el punto central de la cognición cimentada y situada es que, si la cognición depende del cuerpo también de su entorno. El cuerpo de los agentes es producto de la co-evolución con su entorno, de tal forma que lo que es capaz de realizar en su entorno depende su morfología actual y de la situación interna-externa en la que se encuentre. En otras palabras, la disposición y la estructura corporal es determinante para la comprensión del mundo perceptivo en la capacidad de operar desde las consecuencias sensorio-motoras que implican una relación del organismo con su entorno (Moreno, 2014).



Para Jékely et al. (2021), un yo-cuerpo tiene una diferenciación no arbitraria de su entorno, se marca a sí mismo como una unidad por la organización de su acción, sensación y forma física. Esta organización es más compleja en seres multicelulares que en unicelulares, pues mientras los últimos sólo están limitados por una membrana, los organismos multicelulares deben coordinar su actividad a través de bucles sensoriomotores recursivos. A continuación se mencionan algunos ejemplos planteados por Jékely et al. (2021) sobre tipos de detección recursiva, las estructuras corporales asociadas y algunos organismos representativos:



conclusiones.


Con base en todo lo expuesto, Jékely et al. (2021) argumentan que durante la evolución, los mecanismos que permitían la unificación de la detección de cambios sensoriales y la acción, junto con las morfologías que los acompañaban se volvieron más elaborados. Esto  dio lugar a cuerpos de diferentes variedades morfológicas y de posibilidades de acción. A la vez, los autores defienden que la evolución de los seres multicelulares ha propiciado una “expansión del repertorio conductual”, lo que da lugar a nuevos movimientos y, por ende, a mayor información recursiva. Tener un mayor repertorio conductual implica que la morfología del organismo, su organización, encarna un yo-cuerpo en un sentido más “rico” o aplio.

El artículo revisado, tiene el gran acierto de enfatizar la importancia de la autorreferencia como medio que permite una distinción entre el “yo-cuerpo” con lo externo y la importancia de las estructuras corporales para dicho fin. Sin embargo, de alguna manera queda pendiente su investigación a nivel celular, en específico, en términos de la coordinación y la comunicación de las células individuales con otras células de los organismos multicelulares. De esta forma, se podría identificar los mecanismos recursivos que permiten la autodiferenciación celular en interacción con otras células, podríamos acercanos a una explicación de la organización multicelular y al funcionamiento de los organismos multicelulares como un todo. Esto llevaría a una mayor comprensión de lo que implica la experiencia del sentido de agencia a nivel organismo, así como al juicio de agencia en los seres humanos. El juicio de agencia implica reflexionar de manera retrospectiva sobre las consecuencias de las propias acciones. Esto significa que es posible analizar las recursividades desde un “yo-cuerpo” como un todo, pero aún no queda claro a qué nivel o qué niveles de la recursividad se tiene acceso cuándo se analiza en retrospectiva. 



Artículos y videos recomendados.


Individuation and the organization in complex living ecosystem: recursive integration and self-assertion by holon-lymphocytes de Véronique Thomas-Vaslin:

How does action training affect perception and cognition? De Joo-Hyun Song.  

What Are Our Bodies? De  Chris Fields.




REFERENCIAS.


Jékely G, Godfrey-Smith P, Keijzer F. 2021 Reafference and the origin of the self in early nervous system evolution. Philosophical Transactions B 376: 20190764. https://doi.org/10.1098/rstb.2019.0764


Brembs, B. (2008).  The importance of Being Active. J. Neurogenet 1(23), 120-126. doi:10.1080/01677060802471643


Clark, A. (2015). Embodied Prediction. In T. Metzinger & J. M. Windt (Eds). Open MIND: 7(T). Frankfurt am Main: MIND Group. doi: 10.15502/9783958570115


Emiro, J. (2018). Cognición corporeizada, situada y extendida: una revisión sistemática. Katharsis 1(26). 106 – 130. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6796566


Friston, K. (2010). The free-energy principle: a unified brain theory?. Nature Reviews Nauroscience 1(11), 127-138. doi:10.1038/nrn2787


Moreno, B. (2014). Acción y cognición: Una educación física de la acción presente. Educación Física y ciencia 16(2), 1-9. https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.6455/pr.6455.pdf