La identidad personal es el conjunto de rasgos propios de un individuo, como sus actitudes, sus habilidades, su carácter, sus virtudes y sus debilidades. En general, la identidad se entiende como todos los rasgos que dejan que el individuo se distinga del resto y reconozca su personalidad. Por otro lado, la autoestima no es sólo la valoración positiva o negativa que tenemos sobre nosotros mismos, también implica saber reconocer nuestras habilidades, sentirnos merecedores de afecto, las cosas que poseemos, las personas con las que nos relacionamos y los aspectos en que queremos mejorar. A la vez, la autoestima se encuentra estrechamente relacionada con el autoconcepto y la autovalía que experimenta el individuo y su capacidad para construir situaciones que satisfagan su propia percepción (Rodríguez Naranjo y Caño González, 2012). En este sentido, los éxitos y los fracasos que suelen provocar inestabilidad en la autoestima de los adolescentes se relacionan con situaciones que afectan la manera en que perciben sus propias capacidades y autovalía. Por lo tanto, Rodríguez Naranjo y Caño González (2012) enfatizan que es muy importante otorgarles una retroalimetación positiva a loa adolescentes cuando realizan una conducta que incremente su percepción de autovalía.
Las personas evaluamos nuestras propias opiniones, capacidades y habilidades comparándolas con las de los demás. Según Festinger (1954) las comparaciones entre individuos ocurre, principalmente, entre aquellos que comparten características similares a las de quien realiza la comparación. Con frecuencia, es muy difícil evaluar las opiniones y las capacidades, tanto de otras personas como las nuestras, de forma objetiva. En este sentido, las evaluaciones son buenas o malas (o correctas/incorrectas) en función de con quién nos comparemos. Esto explica por qué pensamos de forma diferente sobre nosotros mismos dependiendo de la naturaleza de la comparación que hacemos, y del significado que esta comparación tenga para nosotros. Por lo tanto, durante la formación de nuestra identidad la familia y los distintos grupos sociales a los que pertenecemos tienen distinto impacto en cómo nos evaluamos y cómo nos percibimos a nosotros mismos.